jueves, 13 de noviembre de 2008

Fleet Foxes. Artificios vocales

Era una noche especial por muchos motivos. Ahí afuera, en las calles de la Pérfida Albión, a los londinenses les daba por disparar fuegos artificiales para celebrar que el 5 de noviembre de 1605 un tal Guy Fawkes (Bonfire Night) no había conseguido saltar por los aires el Parlamento inglés. De todos modos, nosotros estábamos a cubierto de los pertados y el frío en el Shepherds Bush Empire, sin duda alguna, un teatro de aforo, sonido y decoración victoriana (incluido un coño en el techo), perfectos.


Aun así, el corazón y la cabeza de todos se encontraban a miles de kilómetros de allí, en EEUU; donde la gente también se echaba a las plazas y a los bulevares gritando la victoria de Obama y -lo que es más importane- el fin de Bush Jr. Pero nosotros teníamos nuestro cacho de Norteamérica para celebrarlo como más nos gusta, en concierto. Concretamente un trozo de Seattle que bajo el nombre de Fleet Foxes, y con un solo disco, ha emocionado, como Barack, a más de uno. Un disco que aquí, en el Reino Unido, ha vuelto loco a medios y público. Preparense, pues, a verlo en el cartel de los festivales de relevancia.

Y cierto es que hubo menciones a las elecciones durante el concierto (“Pueden imaginar si McCain y Palin hubieran ganado? sería como una película de terror”, dijo Robin Pecknold, forntman, en un momento de la actuación), pero al final la música pudo con todo.

Antes, y esto no suele pasar, el batería del grupo, Josh Tillman, hizo de telonero; pero esta vez había cambiado las baquetas por una guitarra acústica y, recordando a Nick Drake, deshojó algunas agradables canciones. No pasaron de agradables porque era imposible escucharlas con nitidez ya que el publico inglés también suele ser muy maleducado ante los teloneros acústicos (mira, como en Valencia).

El comienzo del repertorio de Fleet Foxes fue de lo más emocionante, recordable. Unicamente jugando con sus voces más de 1 minuto, los cinco miembros del grupo dieron paso a los instrumentos para presentarnos “White Winter Hymnal”…piel de gallina cuando entraron las guitarras y esa percusión con eco. Parecido juego de emociones nos regalaron con “Sun it Rises”.

Y es que si bien las guitarras y el teclado son importantes en la banda, sin duda que las estratagemas corales son el alma mater del grupo. Así lo hizo ver el propio Robin Pecknold interpretando a solas con su guitarra, su imponente barba y brutal voz, temas como “Oliver James” o “Tiger mountain peasant song”.
En definitiva, una amable cobinación de cantos mediavales, country y pop (“He soesn’t know why” podria ser de Beach Boys) que en directo tiene momentos de máxima realización y expansión pulmomar como “Ragged Wood”, “Your Protector” o “Blue Ridge Mountains”.

Tal vez el concierto funcionó porque fue corto y sólo tienen un disco; tal vez a ese disco (que a veces se hace un poco espeso en sus escucha) gane mucho en directo; tal vez el álbum haya tenido mas transcendencia de la que merece –yo antes me quedo con coetáneos de su sonido como Band Of Horses-. Sólo tal vez; lo veremos.

Lo que sí es cierto, es que esa noche había fuegos artificiales en cielo cuando salí de la sala y los motivos de celebración eran muchos.

1 comentario:

gema dijo...

esto no lo había visto yo!! qué guay el blog!